Greeting#
2Pe 1:1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo:
2Pe 1:2 Gracia y paz les sean multiplicadas a ustedes en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Confirm Your Calling and Election#
2Pe 1:3 Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia.
2Pe 1:4 Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos.
2Pe 1:5 Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento;
2Pe 1:6 al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad,
2Pe 1:7 a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor.
2Pe 1:8 Pues estas virtudes, al estar en ustedes y al abundar, no los dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
2Pe 1:9 Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.
2Pe 1:10 Así que, hermanos, sean cada vez más diligentes para hacer firme su llamado y elección de parte de Dios. Porque mientras hagan estas cosas nunca caerán.
2Pe 1:11 Pues de esta manera les será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
2Pe 1:12 Por tanto, siempre estaré listo para recordarles estas cosas, aunque ustedes ya las saben y han sido confirmados en la verdad que está presente en ustedes.
2Pe 1:13 También considero justo, mientras esté en este cuerpo, estimularlos recordándoles estas cosas,
2Pe 1:14 sabiendo que mi separación del cuerpo terrenal es inminente, tal como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo.
2Pe 1:15 Además, yo procuraré con diligencia, que en todo tiempo, después de mi partida, ustedes puedan recordar estas cosas.
Christ’s Glory and the Prophetic Word#
2Pe 1:16 Porque cuando les dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de Su majestad.
2Pe 1:17 Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre, la Majestuosa Gloria le hizo esta declaración: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido».
2Pe 1:18 Nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando estábamos con Él en el monte santo.
2Pe 1:19 Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones.
2Pe 1:20 Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal,
2Pe 1:21 pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.
2Pe 2:1 Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre ustedes, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.
2Pe 2:2 Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado.
2Pe 2:3 En su avaricia los explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.
2Pe 2:4 Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio.
2Pe 2:5 Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos.
2Pe 2:6 También condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo para los que habrían de vivir impíamente después.
2Pe 2:7 Además rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos
2Pe 2:8 (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por las iniquidades de ellos).
2Pe 2:9 El Señor, pues, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio,
2Pe 2:10 especialmente a los que andan tras la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas,
2Pe 2:11 cuando los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor.
2Pe 2:12 Pero estos, como animales irracionales, nacidos como criaturas de instinto para ser capturados y destruidos, blasfemando de lo que ignoran, serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas,
2Pe 2:13 sufriendo el mal como pago de su iniquidad. Cuentan por deleite andar en placeres disolutos durante el día. Son manchas e inmundicias, deleitándose en sus engaños mientras banquetean con ustedes.
2Pe 2:14 Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca cesan de pecar. Seducen a las almas inestables. Tienen un corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición.
2Pe 2:15 Abandonando el camino recto, se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, el hijo de Beor, quien amó el pago de la iniquidad,
2Pe 2:16 pero fue reprendido por su transgresión, pues una muda bestia de carga, hablando con voz humana, reprimió la locura del profeta.
2Pe 2:17 Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas.
2Pe 2:18 Pues hablando con arrogancia y vanidad, seducen mediante deseos carnales, por sensualidad, a los que hace poco escaparon de los que viven en el error.
2Pe 2:19 Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues uno es esclavo de aquello que lo ha vencido.
2Pe 2:20 Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera.
2Pe 2:21 Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado.
2Pe 2:22 Les ha sucedido a ellos según el proverbio verdadero: «EL PERRO VUELVE A SU PROPIO VÓMITO», y: «La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno».
The Day of the Lord Will Come#
2Pe 3:1 Amados , esta es ya la segunda carta que les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento,
2Pe 3:2 para que recuerden las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por los apóstoles de ustedes.
2Pe 3:3 Ante todo, sepan esto: que en los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones,
2Pe 3:4 y diciendo: «¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación».
2Pe 3:5 Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios,
2Pe 3:6 por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua.
2Pe 3:7 Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
2Pe 3:8 Pero, amados, no ignoren esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
2Pe 3:9 El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
2Pe 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.
2Pe 3:11 Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no deben ser ustedes en santa conducta y en piedad,
2Pe 3:12 esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor!
2Pe 3:13 Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
Final Words#
2Pe 3:14 Por tanto, amados, puesto que ustedes aguardan estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles.
2Pe 3:15 Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como les escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.
2Pe 3:16 Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición.
2Pe 3:17 Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estén en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza.
2Pe 3:18 Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
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Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo:
Gracia y paz les sean multiplicadas a ustedes en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia.
Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos.
Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento;
al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad,
a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor.
Pues estas virtudes, al estar en ustedes y al abundar, no los dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.
Así que, hermanos, sean cada vez más diligentes para hacer firme su llamado y elección de parte de Dios. Porque mientras hagan estas cosas nunca caerán.
Pues de esta manera les será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por tanto, siempre estaré listo para recordarles estas cosas, aunque ustedes ya las saben y han sido confirmados en la verdad que está presente en ustedes.
También considero justo, mientras esté en este cuerpo, estimularlos recordándoles estas cosas,
sabiendo que mi separación del cuerpo terrenal es inminente, tal como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo.
Además, yo procuraré con diligencia, que en todo tiempo, después de mi partida, ustedes puedan recordar estas cosas.
Porque cuando les dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de Su majestad.
Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre, la Majestuosa Gloria le hizo esta declaración: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido».
Nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando estábamos con Él en el monte santo.
Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones.
Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal,
pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.
Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre ustedes, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.
Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado.
En su avaricia los explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.
Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio.
Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos.
También condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo para los que habrían de vivir impíamente después.
Además rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos
(porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por las iniquidades de ellos).
El Señor, pues, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio,
especialmente a los que andan tras la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas,
cuando los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor.
Pero estos, como animales irracionales, nacidos como criaturas de instinto para ser capturados y destruidos, blasfemando de lo que ignoran, serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas,
sufriendo el mal como pago de su iniquidad. Cuentan por deleite andar en placeres disolutos durante el día. Son manchas e inmundicias, deleitándose en sus engaños mientras banquetean con ustedes.
Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca cesan de pecar. Seducen a las almas inestables. Tienen un corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición.
Abandonando el camino recto, se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, el hijo de Beor, quien amó el pago de la iniquidad,
pero fue reprendido por su transgresión, pues una muda bestia de carga, hablando con voz humana, reprimió la locura del profeta.
Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas.
Pues hablando con arrogancia y vanidad, seducen mediante deseos carnales, por sensualidad, a los que hace poco escaparon de los que viven en el error.
Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues uno es esclavo de aquello que lo ha vencido.
Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera.
Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado.
Les ha sucedido a ellos según el proverbio verdadero: «EL PERRO VUELVE A SU PROPIO VÓMITO», y: «La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno».
Amados , esta es ya la segunda carta que les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento,
para que recuerden las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por los apóstoles de ustedes.
Ante todo, sepan esto: que en los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones,
y diciendo: «¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación».
Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios,
por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua.
Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
Pero, amados, no ignoren esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.
Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no deben ser ustedes en santa conducta y en piedad,
esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor!
Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
Por tanto, amados, puesto que ustedes aguardan estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles.
Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como les escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.
Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición.
Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estén en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza.
Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
===
Simón Pedro,
siervo
y apóstol
de Jesucristo,
a los que han recibido
una fe
como la nuestra,
mediante la justicia
de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo:
Gracia y paz
les sean multiplicadas
a ustedes
en el conocimiento
de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Pues Su divino poder nos ha concedido
todo cuanto concierne a la vida y a la piedad,
mediante el verdadero conocimiento
de Aquel
que nos llamó
por Su gloria y excelencia.
Por ellas - por su gloria y excelencia
Él nos ha concedido
Sus preciosas y maravillosas promesas,
a fin de que ustedes lleguen a ser
partícipes de la naturaleza divina,
habiendo escapado
de la corrupción que hay en el mundo
por causa de los malos deseos.
Por esta razón también,
obrando con toda diligencia,
añadan a su fe, virtud,
y a la virtud, conocimiento;
al conocimiento, dominio propio,
al dominio propio, perseverancia,
y a la perseverancia, piedad,
a la piedad, fraternidad
y a la fraternidad, amor.
Pues estas virtudes,
al estar en ustedes
y al abundar,
no los dejarán ociosos ni estériles
en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Porque el que carece de estas virtudes
es ciego o corto de vista,
habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.
Así que, hermanos,
sean cada vez más diligentes
para hacer firme
su llamado y elección
de parte de Dios.
Porque mientras hagan estas cosas nunca caerán.
Pues de esta manera les será concedida
ampliamente
la entrada al reino eterno
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por tanto,
siempre estaré listo para recordarles estas cosas,
aunque ustedes ya las saben y han sido confirmados en la verdad que está presente en ustedes.
También considero justo,
mientras esté en este cuerpo,
estimularlos recordándoles estas cosas,
sabiendo que mi separación del cuerpo terrenal es inminente,
tal como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo.
Además, yo procuraré con diligencia,
que en todo tiempo,
después de mi partida,
ustedes puedan recordar estas cosas.
Porque cuando les dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo,
no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas,
sino que fuimos testigos oculares de Su majestad.
Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre,
la Majestuosa Gloria le hizo esta declaración:
«Este es Mi Hijo amado
en quien me he complacido».
Nosotros mismos escuchamos esta declaración,
hecha desde el cielo
cuando estábamos con Él en el monte santo.
Y así tenemos la palabra profética más segura,
a la cual ustedes hacen bien en prestar atención
como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro,
hasta que el día despunte
y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones.
Pero ante todo sepan esto,
que ninguna profecía de la Escritura
es asunto de interpretación personal,
pues ninguna profecía fue dada jamás
por un acto de voluntad humana,
sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo
hablaron de parte de Dios.
Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo,
así como habrá también falsos maestros entre ustedes,
los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras,
negando incluso al Señor que los compró,
trayendo sobre sí una destrucción repentina.
Muchos seguirán su sensualidad,
y por causa de ellos,
el camino de la verdad será blasfemado.
En su avaricia los explotarán con palabras falsas.
El juicio de ellos,
desde hace mucho tiempo no está ocioso,
ni su perdición dormida.
Porque Dios no perdonó a los ángeles
cuando pecaron,
sino que los arrojó al infierno
y los entregó a fosos de tinieblas,
reservados para juicio.
Tampoco perdonó al mundo antiguo,
sino que guardó a Noé,
un predicador de justicia,
con otros siete,
cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos.
También condenó a la destrucción
las ciudades de Sodoma y Gomorra,
reduciéndolas a cenizas,
poniéndolas de ejemplo
para los que habrían de vivir impíamente después.
Además rescató al justo Lot,
abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos
(porque ese justo,
por lo que veía y oía
mientras vivía entre ellos,
diariamente sentía su alma justa atormentada
por las iniquidades de ellos).
El Señor, pues, sabe
rescatar de tentación a los piadosos,
y reservar a los injustos bajo castigo
para el día del juicio,
especialmente a los que andan
tras la carne en sus deseos corrompidos
y desprecian la autoridad.
Atrevidos y obstinados,
no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas,
cuando los ángeles,
que son mayores en fuerza y en potencia,
no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor.
Pero estos,
como animales irracionales,
nacidos como criaturas de instinto
para ser capturados y destruidos,
blasfemando de lo que ignoran,
serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas,
sufriendo el mal
como pago de su iniquidad.
Cuentan por deleite
andar en placeres disolutos durante el día.
Son manchas e inmundicias,
deleitándose en sus engaños
mientras banquetean con ustedes.
Tienen los ojos llenos de adulterio
y nunca cesan de pecar.
Seducen a las almas inestables.
Tienen un corazón ejercitado en la avaricia;
son hijos de maldición.
Abandonando el camino recto,
se han extraviado,
siguiendo el camino de Balaam,
el hijo de Beor,
quien amó el pago de la iniquidad,
pero fue reprendido por su transgresión,
pues una muda bestia de carga,
hablando con voz humana,
reprimió la locura del profeta.
Estos son manantiales sin agua,
bruma impulsada por una tormenta,
para quienes está reservada
la oscuridad de las tinieblas.
Pues hablando con arrogancia y vanidad,
seducen mediante deseos carnales,
por sensualidad,
a los que hace poco escaparon
de los que viven en el error.
Les prometen libertad,
mientras que ellos mismos
son esclavos de la corrupción,
pues uno es esclavo de aquello que lo ha vencido.
Porque si después de haber escapado
de las contaminaciones del mundo
por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,
de nuevo son enredados en ellas y vencidos,
su condición postrera viene a ser peor que la primera.
Pues hubiera sido mejor
para ellos no haber conocido el camino de la justicia,
que habiéndolo conocido,
apartarse del santo mandamiento que les fue dado.
Les ha sucedido a ellos
según el proverbio verdadero:
«EL PERRO VUELVE A SU PROPIO VÓMITO»,
y: «La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno».
Amados ,
esta es ya la segunda carta que les escribo,
en las cuales,
como recordatorio,
despierto en ustedes su sincero entendimiento,
para que recuerden las palabras dichas de antemano
por los santos profetas,
y el mandamiento del Señor y Salvador
declarado por los apóstoles de ustedes.
Ante todo, sepan esto:
que en los últimos días vendrán burladores
con su sarcasmo,
siguiendo sus propias pasiones,
y diciendo:
«¿Dónde está la promesa de Su venida?
Porque desde que los padres durmieron,
todo continúa tal como estaba
desde el principio de la creación».
Pues cuando dicen esto,
no se dan cuenta de que los cielos existían
desde hace mucho tiempo,
y también la tierra,
surgida del agua y establecida entre las aguas
por la palabra de Dios,
por lo cual el mundo de entonces fue destruido,
siendo inundado por el agua.
Pero los cielos y la tierra actuales
están reservados por Su palabra
para el fuego,
guardados para el día del juicio
y de la destrucción de los impíos.
Pero, amados, no ignoren esto:
que para el Señor un día es como mil años,
y mil años como un día.
El Señor no se tarda
en cumplir Su promesa,
según algunos entienden la tardanza,
sino que es paciente para con ustedes,
no queriendo que nadie perezca,
sino que todos vengan al arrepentimiento.
Pero el día del Señor vendrá como ladrón,
en el cual los cielos pasarán con gran estruendo,
y los elementos serán destruidos
con fuego intenso,
y la tierra y las obras
que hay en ella serán quemadas.
Puesto que todas estas cosas
han de ser destruidas de esta manera,
¡qué clase de personas no deben ser ustedes
en santa conducta y en piedad,
esperando y apresurando
la venida del día de Dios,
en el cual los cielos serán destruidos
por fuego y los elementos se fundirán
con intenso calor!
Pero, según Su promesa,
nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra,
en los cuales mora la justicia.
Por tanto, amados,
puesto que ustedes aguardan estas cosas,
procuren con diligencia
ser hallados por Él en paz,
sin mancha e irreprensibles.
Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación,
tal como les escribió también nuestro amado hermano Pablo,
según la sabiduría que le fue dada.
Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto;
en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender,
que los ignorantes
e inestables tuercen,
como también tuercen el resto de las Escrituras,
para su propia perdición.
Por tanto, amados,
sabiendo esto de antemano,
estén en guardia,
no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos,
caigan de su firmeza.
Antes bien,
crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
A Él sea la gloria
ahora y hasta el día de la eternidad.
Amén.